Desarmamos nuestras almas en jirones que ondean al viento del destino.
Corrompemos nuestros sentidos con fruslerías que atesoren nuestros instintos.
Desgarramos y aniquilamos pensamientos que nos atan a ese estado casi catatónico.
Desmembramos, mutilamos y nos obstinamos en dañar a ese pequeño niño que aún palpita dentro...
Sobre nuestro trono de irrealidades construimos una atalaya de falsa seguridad, perseguimos los sueños que nos imponen y deconstruimos los propios para adaptarnos, sin darnos cuenta que, al hacerlo, dejamos de respirar de nuestra esencia y nos envenenamos de esta burbuja de pestilencia.
Sin creencias sobre quien somos o lo que fuimos como parias vagamos por el desierto de nuestra propia agonía.
Despertar al sentido común, al nuestro; no seguir estos patrones que impone la gran colmena.
Alzarnos sobre las nubes y contemplar, contemplarnos...
No condenar nuestra piel a la mutilación de las extremidades putrefactas y disfrutar del comienzo de algo nuevo.
Ver, Sentir, Latir, Saborear, Palpar, Errar, Ganar... Vivir ...
MUY BUENO.
ResponderEliminargracias, solo intento compartir mis percepciones...
ResponderEliminar